Oí la noticia sin oírla, como parte del ruido ambiental.
Al rato advertí que había seguido pensando en ello sin darme cuenta ¿Otra sonda
aterrizaba en Marte? Que forma absurda de perder el dinero lejos cuando se
necesita cerca para todos los pobres de este planeta.
Nuevamente el paracaídas y el rebotar cual pelota,
de los globos anti-impacto de la máquina. Hasta la animación parece la misma de
la misión anterior. Se abren los lados y, por una rampa, baja Wall.E con
cuchara y tenedor, con pala y láser o lo que haga falta para desentrañar los
secretos de ese ubicuo polvo rojo.
Llegan las
primeras imágenes que muestran un desolado desierto con rocas de diferentes
tamaños. Allí trabajará ese exiliado robot, que sabe no podrá regresar. Seguirá
a su software como un soldado fiel mientras
dure la batería, lo achicharre el sol o reinicie sin fin ante obstáculos no
previstos.
Agito la mano frente a la pared que he elegido como
pantalla y cambio de noticias. Una vista aérea recorre la enorme grieta que se
ha abierto en la barrera de hielo de Larsen en la Antártida. El calentamiento
no da tregua, la barrera casi ha desaparecido y el témpano tendrá el tamaño de
Bélgica (Holanda ya no existe, vencidos sus pólderes por el mar).
Como buitres, parten los remolcadores desde los
países árabes en busca de agua dulce. Los bucaneros compiten por la presa y lo
destazarán para venderlo por partes en Dubái u otro Emirato que pueda pagar su
peso en oro.
La voz en off me cuenta con pesar, mientras expone la
vista de un vacío océano. Que allí se hallaba el desaparecido Polo Norte. Se ve
a lo lejos la costa desnuda de nieves de Groenlandia donde corren trastornados por
el hambre los blancos osos polares.
Abatido, apago todo. Desayuno un potaje industrial
que me alimenta sin desperdicios, dejo en automático los mouses de limpieza y
se descorre el panel que me muestra la acera deslizante que me llevará al
trabajo que hoy han sorteado para mí.
En ese instante parpadea alerta un punto rojo en la
video-pared. Supongo más desgracias. Sin embargo, la voz excitada del locutor
enuncia que la nueva sonda marciana, por experiencias anteriores, llevaba
ocultas varias cámaras posteriores y, antes de ser destruida captó, desde el
ultravioleta al infrarrojo y desde las ondas de radio a los rayos X una oculta
ciudad alienígena.
También su
taladro perforó lo que parecía suelo polvoriento y que no era más que un fibra
artificial que protegía de la evaporación un enorme conducto de agua ¡Agua,
había agua!
Me alegro entusiasmado mientras pienso como ir por
ella. Olvido las decenas de robot desperdiciados y las centurias dedicadas a
esa esperanza. Durante los meses siguientes, a la vez que se entrena a una
expedición de colonos que, fuertemente armados tomarán en nombre de la humanidad
tan preciado tesoro, se conocen más datos.
A diferencia de nuestro planeta, Marte no sufrió un
choque cataclísmico contra otro planetoide y por ello su núcleo de hierro es
tres veces más pequeño, al igual que su campo magnético. Este, que ha defendido
a la atmósfera de la Tierra del “viento solar”, no lo ha hecho allí y, al ser
el más antiguo, durante millones de años el soplo solar ha empujado al espacio
sus elementos más livianos.
Si bien no se conoce aún la prehistoria ni la
historia de los habitantes, parece que estos advirtieron el problema y
uniéndose idearon soluciones. Mientras el suelo se tornaba improductivo
terminaron con el derroche, dejaron de usar energías contaminantes y utilizaron
ese mismo sol que los mataba. A la poca agua que corría en los veranos desde
los polos la protegieron de la evaporación mediante una telaraña de canales que
conectaban sus centros más poblados y a estos los guarnecieron con alguna
técnica desconocida que mantenía óptima la presión del extraño aire que
respiraban.
Sabían de nosotros pues captaban nuestras
comunicaciones y, cuando el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli vio por su
telescopio los “canali” de Marte, se aterraron. Cubrieron los canales y, usando
de alguna manera efectos ópticos, ocultaron las ciudades. Desde entonces, según
nuestro punto de vista languideciendo, olvidaron su ciencia y viven sin bienes en
paz y armonía.
Los desdichados
nos necesitan, a cambio de un poco de agua les daremos nuestra preciada civilización,
les enseñaremos el valor del dinero, cubriremos sus desnudeces y también les
endilgaremos, habrase visto, algunos dioses para que al fin se arrepientan
llenos de culpa.
Carlos Caro
Paraná, 30 de noviembre de 2015
Descargar PDF: http://cort.as/d9VM
Muy bueno, Carlos. Produce escalofríos pensar en el futuro que nos espera. Ojalá aprendamos de tus marcianos. Un abrazo
ResponderEliminarLa lectura de "Marte", a mí, Susana, me produce la mezcla de la adrenalina que despierta este relato de ciencia_ficción (tan cercano a una posible realidad futura!)y el placer estético de la belleza y plasticidad de la palabra en cada giro, en cada construcción para detallar ese cosmo apocalíptico.
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